o
No es casualidad que quiera
en el agua ahogarse
tomando el último trago;
la sed es tan necesaria
como lo es el hambre ridícula,
de saciarse estando lleno
y reventarse las venas
con chocolate y silogismos.
Puedes enchufar los dedos,
volver la perspectiva desenfrenada y caótica;
ahora rojo, ahora negro, rojo, rojo
y negro;
el fractal se enrolla,
no es Julia, no es Mandelbrot,
es la causa de la desidia
y su espiral algorítmica
expandiéndose en agujeros negros.
Vana es la pesadumbre del monstruo,
y no tiene músculos,
no tiene neuronas, ni sangre en su cabeza,
porque pasa el tiempo y pasa
el tiempo del remedio
como pasa la sombra cerca de la luna,
adivinando su órbita y su frío.
La impresión da pasos de elefante
reventando el producto de la suma,
que se muestra errático,
sin sobresalto alguno.
No es casualidad que quiera ahogarse
pues su voz se vuelve ronca
y las heridas se llenan de arena;
no es casualidad que el alma se agriete
si nadie la estrecha.