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¿Acaso en verdad se vive en la tierra?

No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí.
Aunque sea jade, se rompe.
Aunque sea oro, se hiende,
y el plumaje de quetzal se quiebra.
No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí.

Netzahualcóyotl de Texcoco


11 de enero de 2010

Hay sangre en los grilletes y Bunbu

Ayer me asomé a una web en la que de tanto en tanto escribo y leo alguna cosa, y me llevé una grata sorpresa al saber que un amigo y compañero de palabras había ganado el tercer premio en un corcurso de poesía en Certamen literario on line.com.
Al momento le escribí para felicitarle y compartir con él mi alegría, pues esto supone un gran paso para sus letras. Le supe muy contento y eso me hizo sonreír aún más si cabe.
Desde aquí y ahora vuelvo a dar mi más sincera enhorabuena a
Bunbu por tal merecido premio.
Le he pedido permiso para hacer esta entrada y publicar su poema, y como lo tengo, aquí queda; espero que os guste.


Hay sangre en los grilletes


Hay sangre en los grilletes
que aprietan las muñecas,
¡Dios sabe cuántas muecas
han sido mi dolor!
Sudor en las argollas,
marfil en los pestillos
y piel en los ladrillos
que tengo en derredor.

De clavos es el peso
que aplasta mi agonía,
veneno es mi afonía,
verdugo tan atroz....
Sin rejas ni dinteles
¿quién puede oír mi muerte
si sobre escasa suerte
mi grito alza la voz?

¿Por qué se me encomienda
cargar el sufrimiento,
si mudo es el lamento
que flota en mi interior?
¡Soltadme los candados
dejadle paso al llanto,
sabréis que es del quebranto
un simple entonador!

De pronta sepultura
yo soy la viva imagen,
y de ángeles que bajen
llorando por amor.
De impronta plañidera
que mana aquí en mi pecho
y cuervos del despecho
volando alrededor.

Yo soy mi propio luto
sufriendo la impotencia
de ver como tu ausencia
no fue sino un error.
Preludio de tormenta
que al vuelo, muere y mata,
se encoleriza y trata
de ser mi enterrador.

Los ojos en las cuencas
se rinden al murmullo
del grito y el arrullo
quizás acusador.
Las venas palidecen,
el corazón se agrieta,
la muerte, que me aprieta,
ejerce su labor.


Jose Antonio Barros, Bunbu