Dulce corazón marchito, embriagado
de penas, lirios secos sin aroma;
hacia dónde caminas, mi paloma
con alas abatidas, vuelo alzado
misterioso sobre un cielo preñado
de nubes falsas, cuando el alma asoma
invisible, por detrás de una loma.
Es el destino quien te llama, el hado
de las noches de tinta, luz de luna
compañera de sombras y quimeras
que dibujan palabras en los ríos
y en los desvelos sueños, vientos fríos
vertidos en tu rostro, como hogueras
flotando en el centro de una laguna.
Soneto