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¿Acaso en verdad se vive en la tierra?

No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí.
Aunque sea jade, se rompe.
Aunque sea oro, se hiende,
y el plumaje de quetzal se quiebra.
No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí.

Netzahualcóyotl de Texcoco


27 de abril de 2010

Mal de altura

Mal de altura al que me enfrento
si asciendo hasta la cima
que soporta el peso de la duda.

Nunca una noche fue tan cambiante
adentrándome con el silencio
hacia el centro de la sima,
sueño ilógico en el que se desnudan
la piel y las heridas.

Efímera e imposible
como secreto de voz que no se oye,
la memoria culebrea
entre rocas y laureles,
cumbres de recuerdos indefinibles,
ayeres preciosos y nieblas
donde el cuerpo se expande, impredecible.

Quién te dijo que miraras hacia los lados,
si la derrota estaba trazada en los vientos,
en la conciencia de las olas
que quisieron abandonar el mar
en pos de oníricos sueños.

Quién te dijo que más allá de la lluvia
existe la lluvia de otro color.

Mientras, el invierno se desvanece,
los labios se llenan de pétalos
y el alma se viste de sonámbulos.

A la tierra con los besos
que roían las entrañas
dispuestos como tumores
siempre arrullando cicatrices.

A la tierra con los huesos
con las piedras removidas;
a la tierra con las estrellas
con la esperanza y la luna;
y en el cielo el olvido