Apenas llueve
o llueve
sin llover nada
y las piedras se lanzan sin paracaídas
hiriendo los espejos
en los que me miraba.
Se ha despojado el cielo de ceniza
y el sol derrota a las cúpulas
antes engalanadas
que siempre discutían.
Ha sucedido un milenio,
sucede deprisa,
amartillando los árboles digitales
cuyos frutos son manchas
y manchan la espesura de los bosques
con blancos y negros.
Apenas llueve
o no llueve nada
mientras duermes, autista,
encerrada en un fonema
que carece de alas.
Tengo y no tengo motivos
para escribirlo todo,
no escribir nada,
y la memoria de las cicatrices
resquema en los labios,
en la boca que habla y dice
saber a lejía quemada.
Si, llueve
sin caer nada.