Me había puesto a pensar sin intentarlo, como aquella vez que la nada surgió.
Recuerdo que había nadie y la tarde fue gris, bañada en sudor crepuscular.
Antes de morir el último rayo de sol la tinta fue desapareciendo bajo la piel, sin dejar huellas en el agua ni rumores entre la sal.
Nunca intenté pensarlo, tal vez no sucedió.