De entre todas las torres que se alzan
paralelas a un lado del pensamiento
solamente una logra arañar
la superficie del infierno.
Escindida de la memoria
arrebata cuestiones a las sombras
invitando a retroceder la vista,
no moverla del sufrimiento.
Planea una lágrima, sin motivo,
sobre el filo de una guadaña
corroída por el tiempo;
no corta el aire
pero rasga el entendimiento.