Espérame, que dejé atrás la sombra
y la luz me hace soñar.
Espera, volveré al cabo de antaño
donde antes la vi, pequeña,
símil de penumbra,
de poesía ensimismada,
origen de sangre y aliento.
Espérame en un intento de caricia,
en la gana de ternura
que queda en el hondo cáliz de la flor.
Retrocede el aire y su fragancia
forma eslabones de hileras de tiempo
dándose las manos.