En el escenario del tiempo roto
reposa el son del viento boreal.
Dentro del armario hay fuego y sal,
elementos de un cuerpo tan ignoto
que pareciéndose a la flor de un loto
en el agua se vuelve de cristal
cuando la roza el alma sideral,
tornando el océano maremoto.
Después de tantas olas la quietud
es liviana en los sueños del destino,
no cuesta caminar sobre este mar
caliente, resurgido, y su virtud
me da la mano hasta llegar al sino
que imperecedero me quiere amar.
Soneto