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¿Acaso en verdad se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí.
Aunque sea jade, se rompe.
Aunque sea oro, se hiende,
y el plumaje de quetzal se quiebra.
No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí.Netzahualcóyotl de Texcoco
30 de enero de 2018
grieta
tan de mí la ausencia
tan de mí la lejanía
como verte llegar en el lenguaje
respondiendo al descubierto
a la sutura de mis labios
en el rastro de las señales
que me atraen a ti
no es invierno sino al caer la noche
sobre el día, al caer el último sol
en las declinaciones de mi lengua
no me equivoco si en la lluvia
avanzas y extiendes ante mí
el temblor de cada sombra,
la inminente grieta
blanda es el agua que nos ondula
siempre a través
del penúltimo naufragio
de nuestra saliva.
15 de enero de 2018
Dónde has dejado el color rojo
En qué distancia vas a acercarte
con tu forma de andar sobre las aceras.
¿Quieres que pise fuerte o suave, quieres
que al seguirte haga el mismo ruido
que cien elefantes en la selva
o prefieres el de una mariposa
que hable de nosotros y de nuestro modo
de escribir mañana con las hojas
de los álamos que tira el viento?
Quieres que invoque las leyes
de la metafísica extrema,
o junte los labios
mientras permanece oculta
la sensación onírica
de besarte pulcra y obediente,
besarte con la boca enamorada
de tus tripas llenas de flores.
¿Dónde has dejado el color rojo?
Viene el viento silabeando con sus manos
enredadas en tu cabello.
Tú te arrimas al agua
y yo la abro de par en par
para que entres conmigo
y no nos duela.
13 de enero de 2018
12 de enero de 2018
poema
Si te apagas y sólo
das luz intermitente.
Si encuentras un milagro
en medio de la calle
y de todas las direcciones
el aroma de los aullidos
hace que te arrodilles
y te laves las manos
con gestos o palabras
que olvidaste tirar a la basura.
Si a solas sangras y la herida
sana pero se cierra
con ese dolor dentro,
con la luz y aquel milagro.
Amor mío.
10 de enero de 2018
pertenencia
Ya casi no los veo, hay tanta poesía en los árboles, ocupando las ramas,
devorando, deshaciendo nidos.
Apenas nace un gorrión se despluma un verso.
Y sólo nos queda su sangre.
Las redes vacías sobre el musgo
y un espejo.
¿Es tuyo o es mío ese pájaro
que de los dos nació y aún respira?
9 de enero de 2018
Llega el silencio
Donde no llegan tus manos
llega el silencio para hablarte
de la otra orilla del río:
donde una lágrima
es lo que parece
te mira de cerca el agua
suspendida como una flor
de ninguna rama que la sostenga.
Donde el olor de la luna
recuerda el olor de un día
y el vuelo de una metáfora
parece un pájaro o un pez
con paso lento sonríe
entre los dedos del rocío.
Donde el viento da
y te deshoja como a un árbol,
donde el bosque se convierte en ti,
donde una nube solitaria
hace cielo.
A Romà Alonso
8 de enero de 2018
iba a venir, pensé
Iba a venir, pensé
los pies querían, y yo, acercarme
me iba acercando pero sin acercarme del todo:
sólo me quedaba un segundo de distancia
y antes de llegar el tiempo
antes de abrir los ojos
y mirarte
me llevaban los zapatos
al fin de la escalera.
Los pies desnudos salen a la calle.
Como una sombra intacta
yo me subo por las paredes.
2 de enero de 2018
se me ocurrió la noche
Se me ocurrió la noche.
Cuándo fue que el negro y el blanco
cambiaron su color hacia los grises
que más allá de cualquier luz
no llegaban a iluminarse.
Se me ocurrió la noche
con los labios cerrados.
Entre cualquier palabra
el tiempo es la corriente
que aproxima a mi boca un pez.
Hace tiempo que la lluvia y el mar.
Recrea el viento el horizonte.
29 de diciembre de 2017
tú sabes matar pájaros
Ves al ejecutado moviendo sus pies
y no echas de menos una lágrima
porque afuera llueve y te estás mojando;
escuchas maullar a los gatos e intuyes
que mañana también estarán muertos.
Sigues mirando esos pies hipnóticos,
la cabeza cubierta por una bolsa de tela
te impide ver quién es, pero lo sabes
y conoces el rostro que te mira desde dentro.
Tú sabes matar pájaros
y echarte a volar con ellos,
sabes cavar la tierra y enterrar las manos
para que no se puedan mover,
para que nadie sepa dónde están enterrados
los pies, los gatos, los dedos, el pájaro, el rostro,
ni las manos, ni la lluvia, ni la lágrima
ni tampoco dónde estás tú.
28 de diciembre de 2017
21 de diciembre de 2017
Tus ojos, mis ojos
La luz húmeda de los ojos que nos miran
tus ojos
mis ojos
y la creación de los insectos.
No finjamos más allá de las crisálidas
cuando el cuerpo brota
debajo de la piedra.
Entre dos hojas pegadas,
entre lo inerte que se pudre
y la sensación anónima
de pretender el refugio
de la víscera. No, todavía
no si todavía nos queda
por observar el agua turbia
y ver los pececillos,
sacarlos antes de que tengan alas
y puedan mordernos.
Mirándote,
mirándote hasta que el eco
me confunda con tu forma de llamarme,
mirándote hasta que me arrastre el sonido
de la oscuridad hacia sus dientes.
Tus ojos
mis ojos
dos veces dos orugas
devorándose invertebrados
como dos parásitos
las telarañas
las pupilas.
Tercer y último de los poemas publicados en Voces nuevas (Torremozas, XXIX Selección, 2016)
. . .
En el blog de Valeria Pariso se pueden leer los tres:
La ficción del olvido
-
El primero en el blog de David González:
El lenguaje de los puños
-
Y otros dos, diferentes (que ya publiqué aquí), en el blog de Miriam Tessore:
EG
Mi agradecimiento a Valeria, David y Miriam por hacerle un hueco a mis poemas en sus blogs. (encantada de saberlos allí)
20 de diciembre de 2017
Al silencio que escuchas
Al silencio que escuchas,
al ruido que aparece
haciendo ruido más allá,
tan cerca de ti, tan cerca en tu mano
como una mariposa
o un mar en pequeñito
que viniera con su piel líquida
a rozar la tuya para que vueles.
A todo lo que nombras,
viento, nieve, crisálida,
espuma, espejo,
a todo lo que sangra
liberado en su sangre,
a todo y más que callas
como emmudece el sueño
que en tu voz se despierta.
A todo lo que recorre tu cuerpo
y se desnuda y se hace orilla
yo lo reconozco prodigio
y lo llamo poema.
19 de diciembre de 2017
Medusa de mi acuario
Puedo tocar tu nombre como una medusa
-me gustan las medusas, lo sabes-
y no tener miedo a la urticaria
ni al dolor sobrevenido.
Puedo meterlo en un cubo de agua submarina
y llevarlo al acuario y sobre mi mesita,
poner tu nombre con todos sus ojos abiertos
todos mirándome y yo mirarme piedra.
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