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¿Acaso en verdad se vive en la tierra?

No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí.
Aunque sea jade, se rompe.
Aunque sea oro, se hiende,
y el plumaje de quetzal se quiebra.
No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí.

Netzahualcóyotl de Texcoco


23 de diciembre de 2009

Boceto


Había estado esperando, toda la noche, que los sueños vinieran a visitarla.

Cogió su cuaderno; los dedos se entrelazaron, amorosos con la tinta del bolígrafo, y comenzó a dibujar un retrato.
Curvas semirectas conformaban aquel boceto en el que las oes nunca estaba cerradas y las íes se iluminaban con una simple sonrisa.

Le bastaba un silencio, un déjame un momento a solas contigo, para saborear el aroma del viento que se arraigaba entre sus párpados entreabiertos.

Miró afuera, rememorando los vacíos, las ausencias que se habían transformado en lluvia; y llovía aquella noche, llovía desde los árboles, desde las flores que todavía no habían abiertos sus pétalos, llovía desde su mirada, cuando no lo sentía.

Se vistió de aire, se pintó los labios con la sombra de una melancolía nublada y con la esperanza teñida de cielo, salió de sus ojos, para ir a buscarlo.

Los brazos se extendieron en el tiempo, abarcando todos los espejismos que nunca nadie había soñado, y los dedos rozaron su alma.

Le encontró profundamente desnudo, pensando en ella, en el aire que respiraba.