Contigo hasta la tumba que ya espera
ceñirnos con el frío de su manto
lúgubre, renegrido camposanto
que convierte las carnes en quimera
y los cuerpos en polvo; solo cera
mezclada con la tierra, con el llanto
de las rosas marchitas, antes canto
brotando entre las piedras, primavera
de suaves manantiales y dulzura
llovida desde el cielo; cuánta vida
tenían las tormentas y los vientos
hoy muertos y enterrados bajo cientos
de pedazos de luna malherida
que tú y yo uniremos con ternura
Soneto