Fuente es tu mirada cuando mis falanges arañan las nubes, ascendiendo por tus velos hasta tu cuna nívea plena de alegorías y fantasmas.
Allí quedo, prendida en tu lado interno, rodeada de tranquilidades, retóricas distancias que cambian a merced de las olas que tu núcleo reclama.
Persisto, pobre de mí, augurando destellos en tus lágrimas, midiendo la cola de un cometa, pasajero ilusorio que ayer tuvo fuego y hoy es escueta melodía boreal guarecida bajo tus alas.
Qué distintas son las noches al sentir sobre la piel la calidez etérea de tus sábanas, nacarada inflorescencia con esencia de añil, madurez de plata.
Fluyo más que vivo alrededor de tu halo onírico, placer que equidista de mis entrañas un milenio de luz perfecto; cual metáfora abandonada te sigo, orbitando ese aura que dibuja rostros sin cara.
Oh, maravilla tu sombra argenta, candil que ahuyenta a las tormentas y convierte a la lluvia en niebla al traspasar el límite de la encrucijada que elabora la memoria; cuánta lava duerme en tu aurora, cuántos pétalos de rosa germinan en tu tierra de ceniza y rocas, ¡¡¡Cuántos versos siembras en el pensamiento del poeta!!!