He querido en la selva de delirios
trazar un camino de yerba blanco.
Me configuro matemática para el viaje
tangente a la ecuación onírica
que deslumbra en la noche.
Perennes y transitorias,
las esquirlas del pensamiento
me trasladan a la incógnita aromática
que pervive en la esencia del agua.
Escindo mi cuerpo en biofotones
acercando la piel al mar.