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¿Acaso en verdad se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí.
Aunque sea jade, se rompe.
Aunque sea oro, se hiende,
y el plumaje de quetzal se quiebra.
No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí.Netzahualcóyotl de Texcoco
5 de junio de 2017
El ojo
El ojo:
ojo que va escuchando
cada vez más deprisa
el rasguño de la semántica
a través del cabello
declarado culpable
de todo menos de soñar
o contener la noche y su derribo.
El ojo
como una grieta
sostiene en su iris la memoria,
se pregunta por alguien,
por si debe destruir
con un grito
la soledad y la abertura.
Como el agua incolora
el ojo
se destiñe y se clava,
no añade fuentes a la niebla,
no acumula regueros
en sus pupilas anteriores,
desconoce el dolor de los diamantes
y su música hundida.
Así el ojo en el negativo
del silencio, el ojo callado,
la pulsión de todas las voces
cuando vuelve a la casa
y busca
algo para cortar la cuerda,
algo que sin duda ha caído al agua.
Se ciñe el ojo a la mirilla,
observa incluso el sexo
y ahora construye una mano
en tentativa de suicidio.
No se pronuncia el ojo sino el párpado
con su lengua ceñida a la insistencia.
Toda la realidad del ojo cabe
en la sonrisa de una lumbre.
El ojo anuncia los cristales rojos,
se reproduce aislado, imita una palabra
deletrea un jadeo.